La nave central y el Presbiterio

 
 
 

Al traspasar la gran puerta de madera, se abre ante nosotros un impresionante espacio de 9.5 a 24 metros de alto, 35 metros de ancho y 45 metros de largo, apoya en cuatro columnas centras, que significan los cuatro evangelistas y que tiene una novedosa estructura en cruz. Las cúpulas escalonadas, que miramos desde fuera en sorprendente juego de curvas, se han convertido adentro en 63 linternas de luz solar.

Con esa luz difuminada, propia para el recogimiento y la oración, vemos y sentimos que todas las líneas y ángulos de ese solemne espacio nos llevan al Norte místico de la Iglesia , el presbiterio, allí está el Altar, el corazón de nuestro templo en donde ofrecemos el Sacrificio único de Cristo, éste es simétrico en que se unen las dos ideas: altar y mesa.

 
 

A la derecha del presbiterio encontramos el Ambón, lugar para la proclamación de la Palabra de Dios como también para la predicación. Al lado izquierdo encontramos el Atril, lugar propio de las moniciones, dirección de la participación de la comunidad y también para dar los avisos necesarios.

El Presbiterio es un hermoso ábside que respalda, cubre y enmarca este sitio sagrado. Es una cúpula cortada en semicírculo, en cuya base , encontramos la Sede Arzobispal , con seis sillas a cada lado para los concelebrantes, significando a los doce apóstoles, a ellas se llega a través de tres gradas que simbolizan la Fe , Esperanza y Caridad.

La preeminencia del altar, como en el Calvario, nos muestra a su diestra sobre un sencillo y sobrio pedestal la imagen de María, Patrona de nuestra Catedral: La Purísima Concepción.