Mensaje de los Obispos a los Jóvenes en la Vigilia de Pentecostes Juvenil 2011

28.05.2008 04:34

 

USTEDES SON EL PRESENTE Y EL FUTURO DE LA IGLESIA Y DE LA PATRIA 

Queridos jóvenes católicos de la Arquidiócesis de Managua:

 

1. Ante todo queremos manifestarles el cariño entrañable y especial que sentimos por ustedes, que constituyen un tesoro de vida, de fe y de esperanza para nuestra Arquidiócesis. Con este mensaje deseamos hacerles llegar una palabra de amigos, de padres y pastores, compartiendo con ustedes algunas reflexiones a la luz de la fe sobre el momento histórico que vive nuestra patria y el importante aporte que ustedes como jóvenes creyentes están llamados a dar.

 

La Juventud

 

2. La juventud no es una simple etapa de la vida. Es un modo de vivir, una actitud, una forma de situarse en el mundo y de convivir. Como expresión histórica determinada, la juventud configura siempre en la historia una generación. Ustedes, queridos jóvenes, configuran una generación, herederos de generaciones anteriores y, al mismo tiempo, principio y fundamento de otras que vendrán después de ustedes.

 

3. Una generación tiene siempre una peculiar sensibilidad y una forma propia de ver la realidad. Aunque no lo expresen quizás explícitamente, ustedes tienen una propia visión del mundo, de la vida y de la sociedad. Creemos que como generación joven en este momento de la historia ustedes tienen capacidad de soñar, de arriesgarse, de ser inquietos, de vivir siempre insatisfechos por lo conseguido porque saben que siempre se puede ser mejor. Ustedes son críticos, generosos y alegres, pero no olviden que lo más valioso que poseen es su fe, que les hace vivir “arraigados y edificados en Cristo” (Col 2,7).

 

4. Cuando la Virgen María desea proclamar el amor infinito de Dios que se revela en la historia, dice: “su misericordia alcanza de generación en generación a los que le temen” (Lc 1,50). Por eso es grande la misión de ustedes, como generación joven de hoy, pues están llamados a acoger, vivir y transmitir la experiencia del amor misericordioso del Señor para que siga manifestándose y vivificando la historia “de generación en generación”.

 

Una Sociedad Envejecida

 

 

5. Ustedes son una generación joven en una sociedad lamentablemente envejecida. El envejecimiento no es un simple proceso biológico, sino que es también –al igual que la juventud– una actitud interior, un modo de situarse en el mundo, una forma de acoger la vida. Envejece no el que vive más años, sino quien no vive y, peor aún, quien no vive bien. Lamentablemente nuestra sociedad nicaragüense está envejeciendo en forma rápida y alarmante, pues está perdiendo el gusto de vivir y sobre todo la orientación para vivir rectamente. Vivimos en una sociedad que carece de valores fundamentales para convivir en modo humano y justo, que sufre de amnesia histórica y se estructura a distintos niveles en modo egoísta e indiferente. Es una sociedad fracturada y fraccionada, polarizada e intolerante y lo que es peor, se revela en muchas de sus manifestaciones, como irracional y violenta. A esta sociedad que envejece ustedes pueden devolverle juventud y vitalidad, pues ustedes son depositarios de una experiencia espiritual y de una ética olvidada por tantos adultos.

 

7. En primer lugar ustedes poseen la alegría de saberse amados y perdonados por Dios en Cristo, mirados amorosamente y cuidados providencialmente por Él. “Este es el sentimiento de fe primero e indispensable; el sentimiento que da seguridad a la criatura humana y la libra del miedo, aun en medio de las tormentas de la historia” (Benedicto XVI, Audiencia General, 15.02.06). En segundo lugar ustedes poseen la sabiduría que brota del Evangelio que les permite discernir entre la luz y las tinieblas y conocer cuáles son los valores humanos que dignifican a las personas y cuál es el camino ancho y engañoso que lleva a la perdición (cf. Mt 7,13). En tercer lugar, ustedes son Iglesia, una comunidad de fe al servicio de la humanidad y de la sociedad, obediente a la palabra de Cristo: “el que quiera ser el primero entre ustedes, que sea servidor de todos” (Mc 10,44), una comunidad de fe animada por el Espíritu, que rechazando toda forma de fanatismo, de intolerancia y de violencia, es fermento vivo de comunión y de fraternidad entre los hombres.

 

 

 

 

La Fe vivida en la historia

 

8. El tesoro de su fe deben vivirlo insertos en el mundo. No hay otra forma de ser creyentes, sino dentro de la historia. Fuera de la historia no es posible creer en el Dios que se ha revelado en Cristo, entrando en la historia para salvarla. Cuando la fe no se vive al contacto con la realidad se vuelve abstracta, vacía, una ideología más. Así como la fe fuera de la realidad se deforma, la realidad alejada de la fe es incompleta, pues excluye la presencia de Dios y de este modo se vuelve caótica y tenebrosa. Por eso, queridos jóvenes, ni fe alejada de la realidad, ni inserción en la realidad sin fe.

 

9. Los exhortamos a conocer y amar la historia, a insertarse en la realidad, a no ser indiferentes ante los grandes problemas sociales y políticos que vive actualmente Nicaragua. No queremos que vivan la fe en modo individualista y egoísta. La fe ciertamente es una experiencia personal, pero no una experiencia privada de cada uno. La fe se vive y se celebra en la Iglesia, pero también tiene una dimensión social y política. Esta última dimensión no la podemos ignorar, pues sería empobrecer nuestra condición de creyentes y privar al mundo de una luz que abre horizontes nuevos a la razón humana.

 

10.  Hay que  conocer la historia y vivir la fe dentro de ella. El Salmo 78 nos enseña cómo el pueblo de la Biblia daba importancia a la historia, la recordaba y la acogía pues en ella descubría la presencia y los llamados de Dios: “Voy a evocar los misterios del pasado. Lo que hemos oído y aprendido, lo que nuestros padres nos contaron, no lo callaremos a nuestros hijos, a la otra generación lo contaremos: las glorias del Señor y su poder, todas las maravillas que realizó” (Sal 78,2-4). Recordando el pasado, asumiendo los retos del presente y abriéndose al futuro con esperanza, Israel vivía y transmitía su fe “de generación en generación”.

 

11. Los invitamos a recordar el pasado para celebrar lo que Dios ha hecho por nosotros, para agradecer sus dones y para pedir perdón por los males que hemos cometido individualmente y como pueblo. Conozcan su historia personal para reconciliarse con ella y descubrir en ella la presencia de Dios, pero conozcan también la historia de Nicaragua, para que no vuelvan a cometer los errores del pasado que han dañado tanto a nuestra patria. Asuman el presente de nuestra historia nacional con responsabilidad, preguntándose qué pueden hacer para ser mejores cristianos y para mejorar nuestra sociedad nicaragüense, discerniendo sin miedo los retos de la realidad, en la que escuchamos la voz de Dios que nos invita a dar y a darnos para que el Evangelio arraigue en nuestra patria. Tienen también hay que construir el futuro con esperanza, sin temor alguno que los paralice y con la lucidez de quien no se deja manipular por ideologías reductoras de la dignidad humana, sabiendo que el Reino de Dios siempre está llegando como un grano de mostaza o como un poco de levadura en la masa.

 

Fe y Democracia

 

12. Hoy más que nunca Nicaragua necesita que ustedes, la juventud creyente, viva con clara conciencia la dimensión política de la fe. No le tengamos miedo al adjetivo “político”. La diferencia entre una democracia y un totalitarismo es que en una democracia somos políticos todos. Por eso mismo hay que aprender a participar activamente en la vida pública del país, iluminados por la fe, en modo pacífico y respetuoso, cualificado y honesto, con responsabilidad y sentido de servicio a la sociedad.

 

13. Fieles a la Doctrina Social de la Iglesia, deseamos exhortarles a amar la democracia, salvándola –como nos recuerda continuamente el Papa Benedicto XVI– del riesgo del relativismo ético, que induce a considerar inexistente un criterio objetivo y universal para establecer el fundamento y la correcta jerarquía de valores, y practicando las virtudes del diálogo, la tolerancia, el respeto y la paz. El Papa Juan Pablo II, de grata memoria y tan amado por los jóvenes nicaragüenses, nos enseñó que “una democracia sin valores se convierte con facilidad en un totalitarismo visible o encubierto, como demuestra la historia” (Centesimus annus, 46).

 

14. El mismo Juan Pablo II nos enseñó también que “la Iglesia aprecia el sistema de la democracia, en la medida en que asegura la participación de los ciudadanos en las opciones políticas y garantiza a los gobernados la posibilidad de elegir y controlar a sus propios gobernantes, o bien la de sustituirlos oportunamente de manera pacífica” (Centesimus annus, 46). No olvidemos que el próximo 6 de noviembre de este año hay una cita democrática en el país: las elecciones presidenciales y de diputados para la Asamblea Legislativa. Queridos jóvenes, los Obispos de la Arquidiócesis en comunión con los otros Obispos de la Conferencia Episcopal de Nicaragua, deseamos invitar a aquellos de ustedes que ya tienen la edad establecida por la Constitución para ejercer su derecho al voto, a votar y a votar de modo inteligente y crítico, a votar guiados e iluminados por los valores de la fe. Voten por Nicaragua, por la libertad, la justicia, la legalidad y la verdad. Voten a favor del desarrollo y la paz del país, voten pensando en los más pobres de nuestro pueblo, que son los privilegiados de Cristo. Voten para que tengamos en Nicaragua un futuro del que nos sintamos responsables todos.

 

Conclusión

15. Gracias por sus sonrisas, por sus cantos, por su alegría, por su disponibilidad y su valentía. Gracias, queridos jóvenes, por darnos a todos en la Iglesia y en la sociedad, nuevos motivos para seguir creyendo y esperando. Gracias por ser discípulos de Cristo y misioneros suyos, que iluminan con la luz del Evangelio a través de su comportamiento las tinieblas de nuestro mundo. Viviendo de este modo ustedes ayudarán para que ni la Iglesia ni la Patria envejezcan nunca.

 

16. Como nos pidió el Papa Benedicto XVI en el Santuario de Nuestra Señora Aparecida en Brasil, en 2007, les exhortamos: “¡Permanezcan en la escuela de María. Inspírense en sus enseñanzas!”. Por tanto, rechacen lo que la Virgen María en el Magnificat denuncia proféticamente como opuesto a Dios: el camino de los soberbios de corazón, de los ricos egoístas y de los prepotentes de este mundo (cf. CEN, Una oración para tiempos nuevos, 11, cf. Lc 1,51-53). Que María, la Virgen joven de Nazaret, les proteja maternalmente y les ayude a vivir con alegría el Evangelio de Cristo.

 

Dado en Masaya, el 18 de junio de 2011

XX Vigilia de Pentecostés Juvenil

 

+Mons. Leopoldo José Brenes                                         +Mons. Silvio José Báez

Arzobispo Metropolitano de Managua                        Obispo Auxiliar y Vicario General